El Ojo De su laberinto
A Las Obras de Luis Grosclaude
En una breve charla que mantuvimos en su casa, Luis Grosclaude me comentó que había hecho unos dibujos basados en máquinas y armas de combate de la segunda guerra mundial. Al tomar contacto con ellos no pude evitar, casi como reflejo de la propia charla buscar en el papel de las máquinas y armas de guerra que mencionara Luis. Sin embargo, en vez de dar con ellas, tuve la impresión de estar frente a retratos de seres mecanizados, animales extraños o bestias robóticas.
Luego de la charla, trasladamos algunas piezas a la sala de exposiciones, donde hicimos un despliegue con una serie de figuras totémicas de pájaros en el centro, rodeadas por las máquinas de guerra. Ambos encuentros con Luis me permitieron ir más allá de las máquinas y de la idea de guerra para darle forma a la siguiente reflexión.
En las obras de Luis se resumen múltiples tensiones en varios niveles de referencia para la mirada que crean una singular geometría. Por un lado, está el color proyectándose , dispuesto en planos ajustados a diseños de raíz constructivista en los que ,casi siempre aparece ceñido a una paleta limitada(tres o cuatro colores) en estado puro. Por otra parte, el color negro bordea y parcela todo el campo, fragmentando las superficies y dejando la vista las propias tensiones de la imagen y de la composición, creando un juego de reversibilidad; a veces como una figura, otras como fondo. En estas superficie encontramos una apariencia de orden, pero bajo el mandato impuesto por el artista, ese orden se torna inestable.
A pesar del diseño de montaje, es imposible entonces sustraerse al entramado de fuerzas que propone cada una de las piezas. Hay que meterse con todas de una vez porque su interrelación en un espacio vacío las vuelve muy fuertes y crea un campo muy rico de tensiones detonadas. Los colores saltan de las piezas convirtiendo cualquier espacio en una pintura, en un auténtico territorio minado.
Pero además de lo que proponen los propios elementos plásticos, hay que sumar las inevitables referencias figurativas que abren un canal de reacción enmarañado con todo tipo de imágenes del conocimiento o preconcebida con las que hay que vérselas para volver desde ahí a contacto con la obra. En este sentido, pienso que las referencias a pájaros, peces y máquinas de guerra o cualquier figuración, colaboración con el artista para la formulación de un circuito de la mirada en el que el ojos es forzado a templarse en un equilibrio tan fino y sutil como el trazo mismo de los formidables dibujos que realiza.
Con un juego así, donde lo que cada detalle significa y propone obliga a recorrer los distintos campos de la propuesta con mucha atención y ideado, ningún ojo salo por arriba. Hay que salir recorriendo cada línea, cada ángulo, cada intersección y atravesar el laberinto de fuerzas que sujeta a la mirada y empuja al ojo, lanzándolo al blanco de una obra que todo lo resume para, desde allí, volver a empezar el recorrido de la mirada, como un desafío amoroso en el que está renace en su juego. Un juego como una cifra secreta , como una llave en forma de pez o pájaro o máquina de guerra.
Miguel Ronsino
Febrero 2020